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Cerro del Castillo

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Cerro del Castillo

Cerro del Castillo, naturaleza a pie de historia.

Un hecho que revela la geotermia profunda y la existencia de un elevado gradiente es la emanación de vapor de agua a 35 °C durante todo el año, por varias grietas de los estratos de conglomerados del Cerro del Castillo, a una cota alrededor de 315 m. La salida vaporífera más intensa se produce por la denominada Cueva del Vapor.

Antonio Sánchez Pallarés
Algunas pinceladas de Alhama de Murcia
1993

 

Un cerro que emite vapor

El espectáculo es, cuando menos, llamativo. Sobre todo, si es invierno. Basta que la temperatura ambiente se mueva entre 4 y 12 °C para que, incluso desde la base del cerro, se observen las columnas de gas que por la Cueva o Sima del Vapor salen al exterior. El gas no es otro que vapor de agua, dicen los expertos que procedente de profundidades superiores a los 1.000 metros. En esa estación del año es tal la cantidad de agua en estado gaseoso que se enfría al salir de la sima, que el entorno de la boca está siempre húmedo y hasta la vegetación es diferente. Mas no es esta la única fisura por la que mana este vapor. En otros puntos de la zona alta del cerro diversas fisuras de distintos tamaños hacen aflorar un fenómeno similar, provocando de nuevo una llamativa discontinuidad en la estructura vegetal. Por eso es que al cerro del Castillo de Alhama le podemos otorgar también, entre otras denominaciones, la de Gran Roca del Vapor.

Una isla de conglomerados

Sus 324 metros de altitud sobre el nivel del mar y 124 con respecto a la villa de Alhama definen un cerro que se formó en el Mioceno Superior, hace unos 6 ó 7 millones de años, con una ladera Sur muy escarpada y una Norte con una pendiente superior al 35%. Geológicamente el cerro del Castillo se considera como una “isla” de materiales llamados conglomerados rodeada por los sedimentos cuaternarios de todo el Valle del Guadalentín. Los conglomerados están constituidos, como su propio nombre indica, por una amalgama de grandes y medianas rocas, a menudo angulosas, unidas entre sí como si se hubieran mezclado con cemento, aunque en realidad se trata de una arenisca rojiza envuelta en cal. Rocas metamórficas y dolomías (las conocidas como “piel de elefante”) componen principalmente este tipo de conglomerados. Las metamórficas abundan, sobre todo, en la zona Noreste del cerro, están formadas por filitas y cuarcitas y son mucho más antiguas (unos 300 millones de años) que los conglomerados. Este conjunto geológico de una isla conglomerática rodeada por un amplio territorio de sedimentos cuaternarios, asociada a un frente montañoso de conglomerados (distintos), arenas, areniscas y margas, es única en la práctica totalidad del Valle del Guadalentín.

En conexión con la Falla del Guadalentín

A esta singularidad se le suma la existencia de la conocida Falla de Alhama de Murcia o del Guadalentín, la segunda fractura más grande de España después de la del Guadalquivir. La importancia geológica del Cerro del Castillo descansa, además, en su vinculación a esta estructura geodinámica y en las importantes simas que posee. Desde finales del siglo pasado numerosas expediciones han investigado la geología del Cerro, especialmente a través de sus simas. Entre 1950 y 1952 la Sociedad Suiza de Espeleología realizó varios estudios sobre la Sima del Vapor. A finales de los 60 espeleólogos alicantinos y durante los 80, una expedición granadina, aportaron numerosos datos sobre la geología y las simas del cerro. Incluso descubrieron nuevas especies de animales nunca antes conocidas en ninguna otra parte del planeta. Fue en 1997 cuando el Club Cuatro Picos, de Cartagena, organizó la expedición SIVA’97, con la cual aportaron numerosas informaciones sobre la Sima del Vapor. Descendieron hasta 80 metros de profundidad, donde la temperatura supera los ¡¡40 °C!! y la humedad relativa del aire es del 100%. Unas condiciones extremas (falta oxígeno, la tensión arterial baja mucho, etc.) que, entre otras cosas, hacen de la Sima del Vapor ¡la mayor cueva caliente del mundo! y confirman la estrecha relación que ésta tiene con las aguas termales y, en consecuencia, con la Falla del Guadalentín.

Una rica flora en “cuatro palmos”

A todo esto hay que sumar la importancia de sus comunidades vegetales y animales. Las primeras cuentan con más de 60 taxones diferentes, un elevado número para tan poca superficie (21 hectáreas) y tan escasa diversidad de suelos. Pero lo más curioso es que esas especies aún se atreven a distribuirse zonalmente en tan minúsculo lugar. Básicamente, tres ambientes configuran la vegetación del cerro. En primer lugar, la zona baja, más humanizada. Destacan especies típicas de suelos nitrófilos: beleño, escobilla, flor de cuchillo, malvas, bolaga, tomatillo del diablo, parietaria y palera. Después, están los roquedos y pedregales, el ambiente más extendido, territorio por excelencia del espino negro, esparraguera blanca, espliego, acebuche, bayón, algún enebro y lentisco, tomillo, uña de gato, zorija, jaguarzo morisco, santolina, gamonita, artemisia, clavel silvestre, malvavisco y retama. Llaman la atención el ombligo de Venus y helechos como la doradilla o el culantrillo menor, especies habituales de ambientes más húmedos que las soleadas laderas del cerro. Por último, están las praderas anuales, pequeñas pero relevantes. Allí tenemos tenedores, margaritas, cepillitos, fumaria, nevadilla, gladiolo, patita de burro y correhuela, además de numerosas gramíneas. Es el cerro del Castillo lugar de refugio de varios hábitats de interés comunitario, entre los que destacan “pendientes rocosas calcícolas con vegetación casmofítica”, “prados calcáreos cársticos o basófilos”, “matorrales y tomillares termófilos” y “cuevas no explotadas por el turismo”.

Pero la mayor singularidad florística de este cerro descansa en la presencia de Commicarpus africanus, una planta sufruticosa de la misma familia que las buganvillas o los Pedros de Noche, que habita en los pastizales y matorrales en roquedos soleados y que en todo el continente europeo sólo está presente en los ¡¡cerros de los castillos de Águilas, Lorca, Monteagudo y Alhama de Murcia!! Es esta una especie de gran importancia biogeográfica por tratarse de uno de los pocos elementos del óptimo paleotropical (es decir, de cuando esta zona tenía un clima tropical o casi ecuatorial) que utilizan el Sureste Ibérico como único enclave de Europa. La especie está declarada como vulnerable por el mencionado Catálogo Regional de Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia e incluida en el Libro Rojo de la Flora Silvestre Protegida de la Región de Murcia. Este estatus ha hecho posible que en la actualidad la Consejería de Industria y Medio Ambiente esté tramitando un expediente de declaración como Microrreserva Natural para los cuatro cerros citados, entre ellos el de Alhama.

Fauna de roquedos

La fauna que más caracteriza este ecosistema es la de roquedos. Pocas aves como el roquero solitario sintetizan lo que es la fauna rupícola. Este pájaro de cuerpo de mirlo y un llamativo color azul, nidifica en pequeñas cuevas y grietas de cortados rocosos, a veces también en agujeros de muros antiguos. Caza al acecho procurando siempre estar a favor del sol para ver mejor y que le vean peor. Las fisuras de las rocas suelen ser su punto de mira para capturar lagartijas, aunque no desdeña escarabajos, gusanos o caracoles. Colirrojo tizón, collalba negra, curruca cabecinegra, gorrión común, abubilla, cernícalo o mochuelo campean o nidifican por estos terrenos. Como también lo hacen el lagarto ocelado, cada vez más raro, o la lagartija colilarga y el sapo común. Entre los mamíferos abunda el ratón de campo y alguna vez que otra se deja ver el zorro. Pero tal vez sean los quirópteros, es decir, los murciélagos, el grupo de mamíferos principal usuario de este territorio. Las numerosas oquedades de los paredones calizos les sirven de refugio y los vastos campos de los alrededores, incluso hasta los llanos de los Saladares del Guadalentín, son su zona habitual de caza. En la actualidad todas las especies de quirópteros están declaradas como protegidas por la legislación española.

Un gran hito paisajístico

Por último, la configuración como atalaya natural sobre el casco urbano de Alhama y su Huerta tradicional, hacen del cerro del Castillo uno de los elementos paisajísticos más importantes de esta zona del término municipal. Su profunda historia, de la cual hablan sus abundantes restos arqueológicos (que no son sólo los del Castillo), ha aprovechado continuamente esta realidad geomorfológica, como también lo ha hecho con el agua, tanto en los manantiales de la zona del Collado, como en las surgencias termales tan aprovechadas para el baño durante más de 2.000 años.

En la actualidad, este cerro, además de esperar esa declaración de Microrreserva Natural que os hemos contado antes, cuenta con la clasificación de Suelo No Urbanizable Protegido por Planeamiento en el Plan General Municipal de Ordenación de Alhama de Murcia.

 

Cerro del Castillo - 1
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