Las poblaciones tardorromanas del sureste de Hispania, tras la disolución de la monarquía visigoda, pasaron a formar parte de una nueva cultura nacida en Arabia en el siglo VII: el Islam, con el Corán como guia espiritual de los musulmanes. Las ciudades y villas se verían remodeladas o refundadas en un nuevo emplazamiento e incluso con una nueva organización urbana y rural: castillos, mezquitas, cementerios, baños…dónde convivieron gentes de diversas culturas.
La llegada de los musulmanes supuso diversos cambios para los pueblos del sureste y mas concretamente de la gran llanura longitudinal que se extiende desde Lorca hasta Murcia, constituyendo una excelente vía de comunicación recorrida por el río Sanqunarya o Sanqunira, topónimo preislámico, que hace referencia al río Guadalentín. Las sierras de sus márgenes constituyen inagotables fuentes de recursos y en sus laderas encontramos abundantes asentamientos islámicos que remodelan los nuevos paisajes, atravesados por acequias y aprovechando los nacimientos de agua y, poco a poco roturando nuevas tierras de cultivo. Asi se ha documentado por la arqueología la reutilización de nuevos asentamientos sobre las antiguas villas romanas y otras alquerías de nuevo cuño con estructuras defensivas de control de rutas y de enlaces defensivos en la linea del valle del Guadalentín. Las fuentes hablan de una serie de husun, como el castillo de Librilla, Aledo y Lorca y, en Alhama, organizados a través de una red castral, las torres de pequeñas alquerías como el Cabezo de Los Moros, El Azaraque, Casa de Martín Rodríguez, Inchola, Cabezo de Salaoso, o torres de control como el Cabezo de la Mezquita, Torre de El Lomo, junto a otro tipo de asentamientos de tipo residencial como La Pita o Los Castillicos, ejemplos de estos nuevos asentamientos en el término municipal de Alhama.
Tenemos referencias documentales sobre nuestro pueblo en el relato de Ibn Hayyan que menciona una expedición cordobesa en el año 896 por la región de Murcia. En su viaje se menciona el lugar de "Ayn Saytan" o Fuente del Diablo, situada por el cronista entre la capital y Aledo, por lo que pensamos debe de corresponder a Alhama.
En la segunda mitad del siglo XI el geógrafo Al-Udri hace una enumeración de lugares en la Región, entre los cuales se menciona Laqwar identificada con Alhama de Murcia y que sería conocida en el siglo XIII como "Hamma Bi-Laqwar".
El castillo de Alhama es una de las fortalezas de gran importancia estratégica en el Valle del Guadalentín, entre las grandes ciudades de Lorca y Murcia. La alquería se cita en los textos árabes desde el siglo XI, pero la primera referencia de la fortaleza es la descripción del geógrafo ceutí al-Idrīsī, quien entre sus itinerarios indica que “el que quiere ir de Murcia a Almería debe pasar por Qanţarat Aškāba (“Puente de Askaba” o Alcantarilla), Hişn L.brāla (“Castillo de Librilla”), Hişn al-Hāmma (“Castillo del Baño Termal” o de Alhama), y la ciudad de Lūrqa (Lorca), ...”
La denominación de hisn (castillo o fortaleza), que ocupa la parte más alta coronando el cerro, es una referencia defensiva en la organización del poblamiento andalusi, cuyo caserío desciende por la ladera del Cerro del Castillo. En el espacio urbano se ha documentado el cementerio –maqbara- los baños, -al-hamma- la mezquita (bajo la iglesia de San Lázaro) y las almunias completaban, junto a los caseríos rurales del Cabezo de los Moros, La Pita, La Torre de Inchola, el Cabezo de Salaoso, Azaraque, etc., la organización del territorio.
En los textos islámicos se menciona Alhama como alquería o como iqlīm bajo las denominaciones de Laqwār, B.laqwār o de Hāmma Bilquār y de manera más precisa la descripción de las termas que realiza al-Qazwini en el siglo XIII. La continuidad del poblamiento tardorromano, fortificado en el yacimiento del Cerro del Castillo, sector de Las Paleras, marcando una perfecta continuidad entre el final del poblamiento en la cima del cerro (denominada “Las Paleras”) y los primeros indicios de hábitat medieval en torno al castillo, constituyendo el embrión del actual casco urbano de Alhama de Murcia. Las casas islámicas de Alhama, recuperadas en las excavaciones arqueológicas en el entorno de la Plaza Vieja (Plaza Vieja, Calle Vergara, Larga, F. Cerón..), son viviendas modestas que siguen el modelo más extendido del islam tradicional. Tienen acceso indirectos desde la calle, patio central en torno al que se distribuyen las habitaciones, letrina que vierten a pozos negros en la calle, y también se han documentado la existencia de cocina y los típicos salones norte y sur con alcobas.
El caserío se desarrolló al pie de la fortaleza desde finales del siglo XI al siglo XIII, de forma que el hişn se convirtió en el centro de un territorio organizado en torno a él, compuesto por diversos núcleos menores con sus perímetros irrigados y grandes propiedades con predominio del secano. Administrativamente este territorio constituía un iqlīm o distrito agrícola de carácter fiscal, que a grandes rasgos vendría a coincidir con el actual término municipal de Alhama de Murcia, citado por primera vez por al-Udrī bajo la antigua denominación preárabe de Laqwār
La ciudad antigua en la ladera de la fortaleza, silenciosa, ha sido el escenario de leyendas, de batallas, de conquistas y de pasiones que han quedado presas entre sus murallas. Es un Bien de interés cultural BIC con elementos tan importantes como las imponentes murallas, la torre de homenaje y su pinturas, el acceso en doble codo del Recinto Inferior o los aljibes para el suministro de agua en los casos de asedio.
La organización urbana conocida a través de la arqueología, nos muestra en primer lugar un espacio de uso militar y político, el Castillo, que además de su función defensiva debía de servir de hábitat permanente en su recinto inferior y de refugio de la población cercana. Fue construido a finales del siglo XI o principios del siglo XII presentando dos partes diferenciadas. Una superior de carácter militar y otra inferior con entrada "acodada" y con restos de estructuras de habitación.
Podemos concluir, por tanto, que Alhama es un conjunto fortificado asociado a una población estable, que cumple una función estratégica de control en el itinerario del Valle del Guadalentín, junto con Aledo y Librilla.
Un espacio de tipo religioso aparece constituido por los Baños, localizados al sur del Cerro del Castillo y que serán reutilizados en este período únicamente como baño medicinal. En el siglo XIII, Al-Qazwini[1] sitúa las termas de Hamma Bi-Laqwar (Alhama) a diez millas de la capital (30 km.) y las describe como dos salas abovedadas para hombres y mujeres, cuyas aguas después de utilizarse en el baño servían para el riego de la huerta. También, junto a los baños y hacia la calle Corredera se extiende el cementerio musulmán que ha sido documentado por la arqueología y en el cual se pueden diferenciar dos momentos: el más antiguo en el siglo XI y el siguiente entre los siglos XII y XIII.
Más problemática resulta la ubicación de la mezquita u oratorio, centro público por excelencia en el mundo islámico, sobre la que no disponemos de datos históricos ni arqueológicos.
La zona de hábitat se localiza en la zona de la Plaza Vieja, donde, durante las últimas excavaciones realizadas en el presente año se han recuperado viviendas islámicas, junto con abundante cerámica y otros objetos que pueden datarse entre los siglos XII y XIII.
Fuera del núcleo urbano, el poblamiento rural se halla diseminado por todo el término municipal en pequeñas comunidades asociadas a una torre atalaya como en los casos de las torres de Inchola y La Pita. Otros asentamientos defensivos del mismo tipo, no presentan restos de población como son los casos de la Torre de La Mezquita, Ascoy, Torre del Lomo, Comarza... debiendo por ello explicar su existencia en función de su uso como atalayas de control y enlace visual con las fortalezas importantes de la zona. Por último, los asentamientos del Cabezo de Los Moros, Casa de Martín Rodríguez y Cabezo Salaoso pertenecen a la categoría de aldeas o pequeñas comunidades con una economía agrícola-ganadera, dependientes en su caso de centros políticos más importantes.
En general la mayoría de estos asentamientos fueron abandonados tras la conquista cristiana, a mediados del siglo XIII con la consiguiente despoblación del territorio ocasionada por la emigración masiva de población musulmana y la incapacidad demográfica de los cristianos para ocuparlo.
Tras la Capitulaciones de Alcaraz en 1.243 comienza el protectorado castellano con la tenencia cristiana de las principales fortalezas. En el caso de Alhama el rey puso por tenente a D. Juan Garcia de Villamayor con una escasa guarnición militar y permaneciendo la población musulmana. Esta, en 1.264 se suma a la sublevación general que había estallado en Andalucía y juega un papel activo en la rebelión, dando refugio en su castillo a las tropas granadinas que marchaban en auxilio de la capital. Este hecho debió tener graves consecuencias provocando la expulsión de su población mudéjar y produciéndose por tanto una reducción del espacio urbano habitable documentado en las excavaciones arqueológicas realizadas en la Plaza Vieja.
Se abre un período de despoblación que marcará al Valle del Guadalentín y por supuesto Alhama y su término municipal como zona fronteriza, con un enemigo natural al sur: el Reino de Granada.
Durante casi cuatrocientos años, Alhama había sido ocupada por musulmanes dejando un gran legado que perduraría durante el dominio cristiano, en la estratégica plaza fuerte del castillo, en los baños, en los asentamientos rurales etc.
Las actuaciones iniciadas con el proyecto CASTRUM en el año 2004 seguidas de otros proyectos de la Consejería de Cultura de la Comunidad Autónoma de Murcia y el Ayuntamiento de Alhama de Murcia, tienen como objetivo la recuperación integral de la fortaleza como espacio temático cultural en el que se mostrarán restos arquitectónicos y hallazgos arqueológicos de los siglos XI al XVI.
[1]Ibn Hayyan, Al-Udri, Al-Idrisi y Al-Qazwini son autores medievales árabes cuyos escritos hacen referencia a Alhama de Murcia.