III. LA CONQUISTA CRISTIANA Y EL SEÑORÍO DE LOS FAJARDO
En los períodos bajomedieval y moderno, junto a la documentación arqueológica se utiliza la documentación escrita, la cual supone un enriquecimiento de los trabajos arqueológicos, hasta ahora, la única fuente de datos. Destacar, por tanto, esos documentos que procedentes de los archivos regionales y a partir del siglo XVI del Archivo Municipal de Alhama, nos confirman y amplían los resultados materiales de las excavaciones arqueológicas para estos siglos.
Las Capitulaciones de Alcaraz en 1.243, supusieron la incorporación del reino de Murcia se incorporaba a la Corona de Castilla, siendo Alhama una de las poblaciones que abrió pacíficamente sus puertas a los conquistadores castellanos; sin embargo, la posterior sublevación musulmana de 1.264 provocaría la expulsión de la población mudéjar de Alhama que había tomado parte activa en la rebelión. En general, se fue produciendo la despoblación de todo el reino debido, sobre todo, a la emigración musulmana hacia Granada y el Norte de África y a la incapacidad de los pobladores cristianos para ocupar el territorio.
En el caso de Alhama hemos podido documentar arqueológicamente como una serie de asentamientos rurales del término municipal, con una economía agrícola-ganadera y que habían gozado de cierta importancia en el periodo islámico (Espuña, Ascoy, La Pita, Inchola), y la propia Alhama son abandonados por sus pobladores musulmanes, sin una posterior reocupación cristiana.
El fenómeno de la despoblación del territorio va a favorecer la presencia de las ordenes militares, cuya finalidad era garantizar el control del territorio y defenderlo en su caso; así la Orden Militar de Santiago en Aledo y Totana y otros señoríos laicos que se forman en torno a Lorca y a partir del siglo XIV en Alhama y Librilla.
Alhama, que había sido uno de los castillos que se recupera en 1.266, queda en depósito real sin adjudicación, y aunque tiene una gran importancia por su estratégico emplazamiento, serán Lorca y sus fortalezas las encargadas del control de la frontera granadina. Por otra parte, en nuestra villa de realengo se debió constituir un concejo como máximo órgano de gobierno de la villa y de sus aldeas, encabezado quizá por el "alcaide" Diego Rodríguez, que aparece mencionado en los libros del Repartimiento de Murcia; éste concejo debió seguir activo en los años siguientes, como aparece documentado en 1.295, año en que Alhama participa en una Hermandad General con los concejos de Murcia, Cartagena, Lorca, Alicante, Mula, Guardamar y Molina Seca para defender sus privilegios y libertades contra los adelantados, merinos o almojarifes (autoridades militares y eclesiásticas nombradas por el rey) y las ambiciones de la nobleza para administrar y gobernar los concejos de realengo una vez debilitado el poder real.
Hemos de pensar que Alhama era un núcleo de población importante constituido como villa de realengo y que le permite designar tres representantes del Concejo; todo ello en pleno apogeo de los señoríos a finales del siglo XIII.
La ocupación del Reino de Murcia por Jaime II de Aragón va a suponer un retroceso en cuanto a la política de repoblación del territorio. El monarca aragonés inicia una conquista del reino en varios frentes militares simultáneos, favorecido por los problemas del poder real en Castilla. Así , en Junio de 1.296 puso cerco al Castillo de Alhama, que finalizaría el 3 de Febrero de 1.298, fecha que conocemos por la carta enviada por el Rey de Aragón a su aliado Muhamad II de Granada expresando su satisfacción por la conquista del mismo.
Posteriormente, tras la Paz de Torrellas en 1304, se efectúa un nuevo reparto del territorio entre Castilla y Aragón, reintegrándose de nuevo la villa de Alhama a la corona castellana. Con el fin de evitar la posible huida de los pobladores catalanes y aragoneses que se habían establecido durante la intervención aragonesa, el rey Fernando IV de Castilla envía una carta de perdón general a todos los vecinos de la villa, teniendo como finalidad el mantenimiento de la población con los mismos privilegios y propiedades que tenían anteriormente; este hecho da idea de la precariedad de la situación.
En el siglo XIV se producen en nuestro pueblo una serie de acontecimientos políticos y militares que marcarán las centurias siguientes hasta el siglo XVII. Desde 1.311 a 1.326, la villa de Alhama pasó a pertenecer a la Iglesia de Cartagena y en los años siguientes, aun siendo una villa de realengo, estuvo bajo el dominio del Infante Don Juan Manuel -Señor de Villena-, volviendo de nuevo a Castilla en 1.338. El rey Alfonso XI, ante la amenaza de los benimerines en la frontera de Granada, ordena reparar varios castillos de estratégico emplazamiento como eran los de Lorca, Alcalá, Bullas, Caravaca, Alhama, etc. En el castillo de Alhama se pueden observar, aún hoy, las reformas y reparaciones que se llevan a cabo en el torreón de entrada a la alcazaba o recinto superior, realizado con sillares calizos muy bien trabajados. En el interior de la torre se realizan también diversas modificaciones, tanto en las estancias habitables como en la cubierta de la planta baja, realizada con arcos apuntados de sillares; las paredes se revisten asímismo de nuevos enlucidos y se decoran con motivos pintados de tipo geométrico y vegetal.
Es evidente que en el siglo XIV se produce una paralización del proceso de reconquista; las fronteras militares se estabilizan y las incursiones -razzias- enemigas son frecuentes y junto con las presiones señoriales van propiciando la ausencia de nuevos pobladores y la huida de los ya establecidos a lugares mas favorables . Hemos de pensar que el Valle del Guadalentín, como vía de comunicación natural hacia Granada y Aragón, padecerá de forma especial las consecuencias de la actividad bélica fronteriza, especialmente la granadina y le afectarán de lleno todas estas circunstancias.
La referida situación socio-económica obliga a los reyes a asegurarse el control fiscal y militar del territorio mediante la concesión de "Señoríos", que en el caso de Alhama ocurre en 1387 cuando el Rey Juan II de Castilla la concede en señorío a Alonso Yáñez Fajardo, quien, posteriormente, ampliaría sus posesiones con las villas de Librilla, concedida en 1381, y de Molina. A partir de ahora se inicia para los alhameños una nueva fórmula de adscripción política, aunque ésta no mejoró las condiciones de vida de sus habitantes y si, en cambio, continuó sufriendo numerosas incursiones y asaltos de los almogávares granadinos, como la destrucción de las huertas de Librilla y Alhama en 1392, en 1395 ó el saqueo en 1406 de las cabañas de ganado de Juan Riquelme, Juan Faxardo y Alonso Yáñez o las incursiones en años sucesivos, como en 1407 con el cerco del castillo de Alhama, etc.
Si a todo ello unimos las luchas políticas entre la familia Fajardo y los Manuel, que ostentaban el poder municipal murciano y que llevaron a cabo continuos ataques a las zonas de huerta de uno y otro bando, nos encontramos con una situación totalmente hostil para el desarrollo de la vida cotidiana con un mínimo de seguridad. De hecho Alhama aparece en estos años como un lugar con escasa población, lo que se pone de manifiesto en los diversos repartos contributivos hechos por los monarcas a los Concejos del Reino de Murcia, en los cuales Alhama figura en uno de los últimos lugares por detrás de Librilla, Molina, Mula, Alguazas, etc.
En el aspecto urbanístico sigue manteniéndose la organización urbana de época islámica, apareciendo ahora algunas modificaciones que marcarán las pautas del crecimiento moderno. El hecho religioso, como fundamento de las distintas culturas, se manifiesta claramente en la sacralización de los espacios de culto, tras la conquista cristiana. Una de las primeras tareas emprendidas por la monarquía castellana, tras la entrega pactada del emirato musulmán del reino de Murcia en el año 1243, consistió en la restauración de la antigua Diócesis de Cartagena, ardua tarea que se prolongará a lo largo de todo el reinado de Alfonso X y se verá completada bajo el de su hijo Sancho IV.
En primer lugar, sobre la posible mezquita u oratorio islámico se ubicaría una capilla o iglesia iniciando el culto cristiano bajo la advocación de San Lázaro, del que tenemos referencias en un documento del año 1390, en el que se menciona a San Lázaro de Alhama; también en 1479, aparece mencionado en las actas concejiles murcianas, en las cuales se refleja que Catalina Martínez junto con otra mujer llamada Campoy, por su devoción y agradecimiento a San Lázaro de Alhama, le encargó un retablo al pintor maestre Diego para colocarlo en la Iglesia de la localidad, y a cuyo efecto le entregó doce varas de lienzo y cien maravedís.
La mezquita de Alhama sería una de esas tantas que pasó a depender del Obispado de Cartagena, de tal forma que antes de que acabase el siglo XIII estaría consagrada como iglesia, probablemente ya bajo la advocación actual.
Después de sofocada la rebelión mudéjar y tras la consiguiente emigración masiva de la población musulmana, la vieja alquería debió de recibir escasa población cristiana, por lo que quedó convertida en una pequeña villa que subsistía al amparo de su castillo, con el importante recurso que le proporcionaban sus baños y frente a ellos la vieja mezquita, dependiente del Obispado de Cartagena, quedaría consagrada como iglesia en el mismo lugar donde hoy se levanta el templo actual y probablemente dedicada ya a San Lázaro, patrón de los leprosos y enfermedades de la piel, seguramente por estar vinculada a los baños contiguos y a sus propiedades curativas.
Así mismo, en el atrio de la Iglesia se ha documentado un cementerio cristiano que se adentra hacia el interior de la nave principal, parte del cual quedaría anulado al realizar la fachada principal a mediados del siglo XVIII. Algunos de estos enterramientos tenían como ajuar diversos adornos como pendientes, collares y otros amuletos, que podemos fechar en los siglos XIV y XV y que fueron recuperados durante las excavaciones realizadas en el año 1.991, cuando se remodeló el atrio de la Iglesia.
La conocida cita del viajero Jerónimo Münzer nos aporta otras interesantes noticias que han sido confirmadas por las excavaciones arqueológicas en diversos solares; se trata de la fábrica de vidrio "Alhama....un lugarejo de unas 30 casas que tiene un castillo en lo alto de un monte; unas termas de agua clara y una buena fábrica de vidrio..."
Estos hallazgos, se han realizado en diversos solares del casco antiguo pero especialmente en la excavación realizada en C/ Angosta, 3, en la que se recuperó abundante material de los siglos XIV y XV compuesto por cerámica (loza azul y dorada) y, sobre todo, un importante conjunto de vidrio con pulseras, anillos y diversos tipos de vasos.
El castillo, bastión militar del Valle del Guadalentín, comienza a perder su razón de ser a finales de este siglo XV, y con la conquista del reino de Granada en 1492 disminuyen las posibilidades de incursiones y saqueos a que estaba sometido el valle en las centurias anteriores. Poco a poco comenzará su abandono que previsiblemente debe realizarse en el siglo XVI y que podrá ser determinado con más exactitud a partir de las intervenciones arqueológicas futuras. Los Baños, de gran importancia en época islámica, seguirían las pautas de la situación económica y política en general, conservándose en precario estado, pero en uso, tal y como nos relata el citado Jerónimo Münzer que se bañó en ellas en 1494.
A comienzos del siglo XVI, Alhama era una pequeña villa, basada en una economía agrícola-ganadera, con una población que va iniciando un cierto crecimiento; en referencia a ello, tenemos la mención del citado Münzer que pasa por nuestro pueblo en 1494 y la describe como un "lugarejo de unas treinta casas....", lo cual nos da una idea de la población existente. Otros datos nos indican que en 1530 había un total de 432 habitantes; en 1587 unos 1125 habitantes; en 1591 unos 1.084 habitantes y en 1620 se contabilizan 1200 habitantes. Este crecimiento se verá reducido en 1647/48 cuando de 400 vecinos se reduce a 160 a causa de la peste, según datos de nuestro archivo municipal.
El sistema impositivo por parte de los Señores, Los Marqueses de los Vélez, resultaba casi insostenible. El pueblo de Alhama representado por su Concejo no tiene otra opción que presentar en la Real Chancillería de Granada un pleito contra sus Señores en el cual se denunciaba todas las prácticas abusivas a que estaban sometidos los vecinos. Exactamente el 18 de Agosto de 1548, Pascual Rubio en representación de la población vecinal presentó la referida demanda contra D. Luis Fajardo, segundo marqués de los Vélez, la cual, tras diversas sentencias, finalizó con la intervención de la corona que, para poner fin al pleito, emitió una concordia el 6 de enero de 1592, en principio aceptada por ambas partes, comenzando una nueva etapa.