El equipo de geólogos y bomberos de Madrid que estuvo en septiembre colocando sensores en la cavidad, realizará varios descensos hasta el próximo miércoles
Raúl Pérez López, doctor geólogo del Instituto Geológico y Minero de España, volvía hoy a la sima, conocida como “del Vapor”, situada sobre la falla de Alhama para estudiar las mediciones de los aparatos a lo largo de estos seis meses. Lo hacía acompañado de cuatro miembros del Grupo Especial de Rescate en Altura (GERA) del Cuerpo de Bomberos de la Comunidad de Madrid.
Pérez López explicaba que “con estos nuevos descensos vamos a comprobar si los primeros datos que tomamos se mantienen en una época distinta del año, teniendo en cuenta que los colocamos en verano y hemos vuelto en invierno”. Entre sus objetivos se encuentra analizar todos los registradores de temperatura, CO2 y otros gases. Una semana después de poner los sensores hubo unos pequeños terremotos en la zona. Respecto al más reciente, ocurrido en Totana el pasado 8 de marzo, el geólogo indica que “es una incógnita si ha podido recoger esos datos” porque creen que “los sensores pueden estar ya sin batería”.
El proyecto “Sismosima” comenzaba el pasado verano, cuando el equipo descendía 66 de los 80 metros que tiene esta sima para colocar unos sensores de temperatura, humedad relativa y gases –concretamente dióxido de carbono (CO2)-, a diferentes profundidades para recabar información sobre el comportamiento subterráneo y su influencia en la actividad sísmica. El proyecto, dependiente del Ministerio de Economía y Competitividad, se prolongará hasta el año 2017 con trabajos de monitorización en la zona.
El geólogo Raúl López explicaba que van a estar trabajando tres días y que “las condiciones son muy duras” por lo que este primer día, además de portear el material, “lo utilizaremos para aclimatarnos dentro y que no suframos desfallecimiento o un golpe de calor”.
La característica principal de la sima es la temperatura, cercana a los 40 grados y con una humedad del 100% en algunos momentos. “Esto hace que el esfuerzo físico tenga que ser concentrado y muy justo”, explica Raúl. “Las concentraciones de CO2 son muy altas, llegan casi al 1% (10.000 partes por millón), cuando en la atmósfera son de 350 partes por millón”.
Una vez recogidos los datos, el equipo deberá estudiarlos y concluir hasta qué punto son significativos.
Los investigadores, en colaboración con la Universidad Complutense de Madrid y el instituto geográfico nacional, han dispuesto una red de sismógrafos portátiles en diferentes zonas de Alhama de Murcia para registrar los pequeños terremotos que no son perceptibles. Se espera que sus datos aporten información que se pueda correlacionar con las mediciones de temperatura y gas en el interior de la sima, situada sobre la falla que provocó el terremoto de Lorca en 2011.