EL MUNDO ROMANO
Los afloramientos de aguas termales al pie del Cerro del Castillo ya eran conocidos por el poblamiento ibérico autóctono, tal y como se confirmó a través de las excavaciones arqueológicas de la zona y de los importantes hallazgos cerámicos de los siglos IV y III a. C. Sin duda, el aprovechamiento de sus aguas con la construcción de un gran edificio termal, llegaría con la romanización del valle del Guadalentín y la introducción de las nuevas modas y gustos a la romana. Hasta el momento, los restos de estructuras correspondientes al poblamiento romano en el entorno de las Termas son escasos, se limitan a las excavaciones de la calle Corredera donde se documentaron varias habitaciones con abundante vajilla de mesa, presencia de hogares, etc., estancias relacionadas posiblemente con el servicio de los usuarios de las termas; también se han registrado otras estructuras hidraúlicas localizadas en las proximidades de los Baños, destinadas a almacenamiento del agua y posiblemente utilizadas para el regadío de la huerta. Mejor conocida, a través de los hallazgos de superficie, es la ocupación del campo con la localización de grandes villae, casas de campo, centro de importantes explotaciones agrícolas de cereal y cultivo de huerta alrededor de los abundantes manantiales, edificadas a una distancia equidistante para un buen aprovechamiento del ager y, en las cuales, se han recuperado abundantes materiales (tégulas, cerámicas, materiales constructivos..) de los siglos I al III d. C. Sin duda, el aprovechamiento de los recursos naturales del territorio potenciará la creación de nuevos núcleos de explotación y un ejemplo de este patrón de asentamiento lo encontramos en las villas de la Casa del Malo, Venta Aledo, El Puntal, Casas de Guirao, Casa de Martín Rodríguez, etc. todas ellas situadas a una cota de unos 200 m de altitud y alineadas en la margen izquierda, casi paralelamente, siguiendo el recorrido de la gran vía de comunicación que constituye el valle del río Guadalentín, conocido por sus grandes avenidas y que justifican el alejamiento del cauce de los asentamientos citados.
La Paz Romana que reinaba en el Imperio durante los dos primeros siglos de nuestra era propiciaría un gran crecimiento económico y el esplendor de las grandes ciudades como Cartagena, centro político de nuestra zona o Eliocroca (Lorca) y otra serie de comunidades más pequeñas (municipios) que se comunicaban a través de un sistema de caminos (viae), y por los que llegaban todo tipo de influencias y modas romanas.
Entre estas comunidades debía de estar Alhama, cuyo origen aparece relacionado con las aguas termales. Ha sido éste, sin duda, uno de los factores que mayor importancia ha tenido a la hora de justificar la ocupación del lugar desde la antigüedad. Es muy posible que el término latino "Aquae" fuese aplicado a nuestro municipio por los romanos, tal y como sucede en otros lugares con aguas termales.
Pero son, sin duda, las Termas romanas[1] ubicadas junto a la Iglesia de San Lázaro, los restos arqueológicos más importantes conservados dentro del contexto regional, junto con los Baños de Fortuna y Archena.
Entre los placeres del mundo romano relacionados con el otium y junto a los fervores y delicias del calendario religioso, había otros placeres que no tenían nada de sagrado y que solo se encontraban en las zonas urbanas, como los baños públicos y los espectáculos (teatro, carreras de carros en el circo, combates de gladiadores o de cazadores de fieras), grandiosos banquetes o relevantes actos sociales, [2] etc...
Las Termas constituían el espacio preferido por los romanos para disfrutar del bienestar, del encuentro con los amigos, de los ejercicios físicos, de baños de agua caliente, fría, de salas para el baño de vapor, de gimnasia, además se podían recibir masajes, hacer ejercicio, tomar el sol, servicios de peluquería, quedando en segundo plano la función higiénica....; en definitiva un lugar especial para el esparcimiento, reuniones, acuerdos de negocios, charlas sociales o paseos.... De hecho, las termas se podrían asimilar, hoy, a nuestros modernos clubs deportivos o centros sociales más suntuosos, destinados a un uso específico que son frecuentados por su oferta de actividades sociales y de entretenimiento, estando su explotación, uso y mantenimiento regulados para un mejor funcionamiento.
El caso de las termas de Alhama es especialmente interesante ya que su aprovechamiento se ha llevado a cabo durante dos mil años de utilización a lo largo de su historia. El doble uso del edificio: piscinas de uso terapeútico termal, junto al nacimiento de agua caliente, y unas termas más convencionales de tipo recreativo (aprovechando sus cualidades de temperatura) a sus lados, ha permitido que este espacio sea apreciado por todas las culturas. No hay que olvidar que ya en los Baños públicos de Pompeya se aprovecharon las aguas termales que por el vulcanismo abundan en esta zona. El sistema de circulación del aire caliente bajo los pavimentos también debió utilizarse en Pompeya sustituyendo a los grandes braseros que calentaban las estancias y, de esta forma el actual Centro Arqueológico de Los Baños nos muestra un complejo arquitectónico en el cual se combina un baño de recreo y otro de carácter medicinal.
El Baño de recreo seguía un esquema lineal simple desde la primera sala donde se desvestían (apoditerium), para pasar a la sala de baño frío (frigidarium), de esta a otra templada (tepidarium) y finalizaba en la sala caliente (caldarium), desde la cual se volvía a realizar el camino inverso. De esta forma se obtenía un baño con gradación de temperaturas muy saludable.
El Baño medicinal se realizaba en el interior de las piscinas generales ubicadas en las dos salas longitudinales de cubierta abovedada (una para cada sexo), ambas se llenaban directamente del manantial y una vez utilizada en el baño, el agua era conducida a través de una galería subterránea a las afueras de la población para el riego de la huerta.
Los materiales arqueológicos recuperados, cerámicas, fragmentos de estucos pintados, pavimentos, diversos tipos de ladrillos, etc., han permitido fechar este conjunto termal entre los siglos I y III d.C., entre ellas las cerámicas conocidas como Terra Sigillata, nombre dado por la marca (sigillum) impresa en la mayor parte de los vasos. A partir de este siglo y, coincidiendo con la crisis generalizada en todo el Imperio, parece probable una decadencia en su uso, lo cual deducimos de la ausencia de materiales con posterior cronología, de forma especial la cerámica clara, que procedía de talleres norteafricanos.
Por otra parte, la población rural se localiza cerca de los manantiales de agua y en fértiles tierras de cultivo, organizada en las "villae" citadas anteriormente. Podemos destacar diversos yacimientos y entre los hallazgos más conocidos los yacimientos romanos de El Puntal, Venta Aledo, Inchola, la Casa de Martín Rodríguez... que presentan una cronología relativa entre los siglos I y III d.C., según las cerámicas recogidas en superficie. Entre estos materiales de superficie, requiere una mención especial, el Olpe romano[3] de tradición ibérica recuperado en la zona cercana a la Casa de Martín Rodríguez; presenta una decoración de motivos fálicos rodeados por elementos vegetales y geométricos que le confieren un cierto carácter religioso relacionado con las divinidades protectoras de la fecundidad agraria.
También hacia finales del siglo III, debido a la inseguridad reinante, la mayoría de las "villae" rurales quedarían abandonadas y la población tiende a concentrarse en emplazamientos más defensivos.
¿Qué sucedió, pues, con la población entre los siglos III y VII d.C.? Es difícil precisar por ahora, ya que los trabajos arqueológicos están en una fase inicial, pero podemos trabajar como hipótesis la idea de una población romana reducida y fortificada en el Cerro del Castillo (zona norte de las paleras) con una economía de subsistencia.
La excavación del sector norte, conocido como Cerro de Las Paleras parece definir los dos puntos arqueológicos más importantes del municipio de Alhama. Los resultados han sido realmente muy interesantes y se ha confirmado un horizonte cultural de abandono del asentamiento en época paleoandalusí, es decir de finales del siglo VIII y pleno siglo IX, que confirma una ocupación muy anterior a la construcción de la fortaleza a finales del siglo XI. Cabría plantearse ¿porqué se abandona este asentamiento y las siguientes fases de ocupación (siglos XI y siguientes), se hallan en el castillo y su entorno, actualmente casco antiguo de Alhama? ¿fueron obligados a dejar de existir y a cambiar lentamente de ubicación? ¿Cómo sería esta “ciudad” o caserío y, qué organización del espacio interior podía tener, cómo serían sus edificios públicos, sus casas, etc.?. Lo que está claro en esta primera e importante aproximación arqueológica realizada en julio de 2006, se ha constatado una población encastillada y amurallada en todos los perímetros del Cerro, con la recuperación en esta campaña de un espectacular recinto fortificado cuadrangular de unos 30 m. de lado aproximadamente que ocupa casi unos mil metros cuadrados y en el cual se han recuperado la muralla del lado oeste, con un grosor de 1´10 cm., realizada en piedra grande y mediana, unida con argamasa de cal y arena por tongadas, y apoyada sobre la roca del cerro. Se ha recuperado uno de los torreones del sector noroeste, tramos de muralla en el ángulo noreste, y en el ángulo sureste, con abundante material cerámico de vajilla de uso doméstico, marmitas de fondos planos, jarritas de mesa con decoración pintada y otras vasijas de almacenamiento que marcan de forma precisa ese siglo IX, uno de los siglos poco conocidos en la Región de Murcia que enmarcan los cambios de la población tardoantigua y la llegada de los musulmanes.
La posible ocupación humana más antigua de este cerro aparece documentada con los hallazgos cerámicos de terra sigillata, conocida cerámica romana de barniz rojo que nos lleva a una cronología exacta del siglo II d. C., precisamente en pleno apogeo de las termas. Otros hallazgos aislados parecen mostrar la continuidad del poblamiento en época tardoantigua, cuyos testimonios deben aparecer con toda claridad en futuras excavaciones y cuando se alcancen los niveles intermedios y más profundos; sin duda la permanente ocupación del cerro en este período nos llevaría a la comparación con los conocidos yacimientos de Begastri, (Cehegín), Cerro de la Almagra, (Mula) o el Tolmo de Minateda en Albacete.
[1]Declarados
Monumento Histórico-Artístico de carácter nacional en 1.983.
[2]GUILLÉN, JOSÉ (1988).- Urbs Roma.
Vida y costumbres de los romanos. I La vida privada. Salamanca, pág. 329-340.
[3]Vasija
cerámica en forma de jarra, propiedad
de D. Sebastián Martínez Aledo y depositada en el Museo de Historia de Alhama.